Es parte de la Colectiva trans/cultural Almatroste (desde el 2004), de la editorial artesanal del mismo nombre (desde el 2007), coorganizadoras de la FLIA La Paz (Feria del libro independiente y autogestionado). Ha publicado el libro de narrativa Zzz… y los poemarios El Muestrario de las pequeñas muertes (2009, editorial Almatroste), Cuerpos imperfectos (2015, en el marco del II concurso de poesía Edmundo Camargo), Masochistics (2017, editorial Plural, premio nacional de poesía Yolanda Bedregal), Anjani (2020, editorial Yerba Mala Cartonera) y Polímeros cuir (2021, editorial 3600, segundo premio de poesía Franz Tamayo). Co-organiza el Festival Sudaka de poesía marica, lencha, trava, trans y acaba de concluir la Maestría en Literatura Boliviana y Latinoamericana de la UMSA de La Paz. Profesor de Ciencias sociales, literatura, masculinidades y teología. Creyente de la praxis anarquista, reivindica el feminismo cuir en toda su monstruosidad.

Tres poemas
Tersura
te tengo y me tienes
juguemos a ver quién tiene más a quién
yo conservo un zapato tuyo y un par de pañuelos manchados
tú guardas, sin decírmelo, un precioso conjunto de dormir
que te dejé la noche en que me abandonaste en la puerta del hotel
beso todas las mañanas un anillo tuyo demasiado pequeño para ser tuyo
llevas en el bolsillo del saco
unas toallas íntimas para chantajearme cuando llegue la ocasión
tengo tu bolígrafo azul, tú tienes mi media chulla
tengo tu libro de religiones antiguas, tu guardas mi libreta de ahorros
aún guardo ese par de dientes que te arranqué después del almuerzo en aquella concurrida playa sin que nadie lo notara
tú tienes tres gotas de mi sangre
¿pretendes un listado eterno?
dame tu mano y arráncame vello púbico
no quiero seguir hablando
(de Masochistics, premio nacional de poesía Yolanda Bedregal, 2017)
Vengo de las habitaciones en que alguna vez tuve miedo
vengo de sus intenciones de aniquilar el espacio
vengo de su ademán frívolo de preservar el instante de la epifanía que enmohece en nuestros ceniceros descascarados
vengo de las inquietudes de tu piel, de sus aerostáticas revoluciones por minuto
vengo de las comisuras de tus labios, asoladas por el amanecer que apelmaza allí los desechos del día anterior, los remanentes de una fiesta absurda que nos empeñamos en prolongar como una bocanada sagrada de tifus
Tengo grosellas en almíbar para nuestro antojo de burguesía y te enfadas como un niño que nunca ha sabido aceptar la suerte del rodaballo
¿hasta cuándo jugarás a escabullirte del ruido ambulatorio que provocan los instrumentos?
Bebemos sake del tiempo de los molinos, de aquel entonces en que las lagunas rebosaban difteria y se encontraban asolando las ciudades en forma de pantanos
Las campesinas mascullan secretos con los arrozales y escupen una desdicha mutua que termina agriándonos la boca, que ahora solo sabe decir palabras salvajes de coloración indescifrable
Hablo por mi piel urgida de tatuajes, de mingitorios abrumados por el sexo de los hombres y por los versos de los poetas desnudos que como telarañas nos envanecen en el tiempo de las lluvias primiciales
fingimos estar muertos
y la dinamita estalla en un desborde absurdo de pólvora
y caracolas traídas de territorios ajenos
Y confiamos este destino de querernos al solipsismo estratégico de las guerrillas
Los pequeños hombres rotos
se tutean
en medio de una sobria retirada en cámara lenta
Demolemos los cementerios y los envolvemos en misterios que nunca tuvieron
porque allí solo yacen los muertos
como yacen en el carrusel los animales de yeso, los niños que no tienen tiempo, los cigarrillos liados con tabaco viejo y la insulina que regurgita en el intermedio de una aburrida pieza de Chopin
Cuánto detestábamos a Chopin y su lentitud desplegada como una bocanada en forma de hembra que sube despacio, casi dramáticamente, por una larga escalera con un acabado en caoba negra
Ahora, solo eres un muerto que colinda su deseo con otro tipo de texturas, que escarba en bibliotecas libres de ántrax y que adorna su pelo de enjambre con detalles rurales de retama y colihue
(de Anjani, editorial Yerba Mala Cartonera, 2020)
(…) ¿dónde lees esta antología de la desgracia, este volumen de chistes mal contados, este atuendo de lino depreciado que pretende lucir una marca extranjera?
¿dónde repasas una y otra vez este atolladero de frases inconclusas, de retazos incongruentes, aún desde el punto de vista más desmesurado?
la poesía es una truculenta señora que despierta a media noche y se pone a recitar el orden de las cosas conforme a la sucesión de los planetas
por eso la quieres
porque hay que hacerse cargo de ella
cómo quisiéramos que se encarguen de nosotras
mujeres anonadadas por el tiempo y nuestros cadalsos cotidianos
la ciudad se cuela por hendiduras insospechadas y testarudas
y construye nidos desesperantes
en medio de estas arrugas que apenas puedo disimular debajo de esta camiseta de poliester
somos como rameras de la circunstancia, políglotas y cariñosas
desdentadas y amaneradas
en el fondo nos animan los mismos celos que les son comunes a todas
tan bobas que nos ponemos a veces frente a las montañas
en medio de sus olas y la nostalgia que nos asalta cuando sucumbimos a la intriga policial del hotel
a la cita fácil de los taxistas
al piropo descompaginado del adolescente que solo quiere humedecer sus dedos con nuestro sudor, para luego lubricarse a sí mismo y prestarse a placeres ocultos, guarecido como tú mismo ahora, por las cuatro paredes de tu cuarto
lejos de los videojuegos
lejos de tus libros de texto
lejos de tu novia
lejos de tus primos
lejos de todos esos espejos que acomodan en las esquinas los calenturientos músicos de jazz que patrocinan nuestros encuentros
la poesía me excita, como lo hacen las vergas de los ancianos
de los viejos que salen a caminar a pesar del frio
con gestos hambrientos y cara de desdicha pública
-un poco de canela en rama y leudante fresco-
y me gustan
la poesía me salva del acondicionador en el cuarto de baño y de los boleros que la radio desparrama por toda mi habitación
tan desarreglada como me encuentro hoy, en que no vienes a visitarme
la poesía me aturde, me limpia las heridas y me enseña a hablar una antigua lengua
opacada por el mutismo de las conservas
y me trata como a una doncella
-como si tuviera bonitos ojos-
y eso también me gusta
la poesía me incita a mentir, a remendar el encaje de mi vestido
a evitar la vergüenza de las tardes
con alguna golosina que se aturda entre mis dientes afilados
mientras sonrío tratando de caerte bien
la poesía es mediadora entre mi sensualidad y este pene que delimito eventualmente
que me perturba y que me pertenece de alguna extraña manera
¿te molesta que utilice la palabra pene en estos momentos?
¿aun cuando posea uno extraño, dentado e inclinado hacia la izquierda?
ahora mismo que voy recitando en voz alta lo que escribo
¿con cuánta originalidad me puedo preocupar por ti, genitalidad sin rostro al otro lado de la página, animadversión mal planteada, oficio redescubierto
anhelo de humillación
inclinación por el pollo frito y las flores de plástico?
¿no puedo solo salir de casa y dejar de hablarte por un momento?
lo único que quiero es sentir tu musculatura haciendo esfuerzos sin par sobre mí
sobre este mi cuerpo sumergido en agua de canela y toronjil
¿no me deseas?
¿no me quieres acariciar?
¿podrías tocarme en los lugares que enumero a continuación abusando de tu inocencia?
pies
hombros
brazos
tobillos
detente un poco en ellos
me delata un moretón que no quiero que veas y entonces jadeo para distraerte
mis rodillas
mi ropa interior con la etiqueta de la tienda aún puesta
tanto que me cuido para ti
sigue por mis piernas, largas como genealogías novelescas
y entonces de regreso
pies
nervios
jadeo y ropa interior
sólo que ahora, aprovechando el pudor de mis dedos tratando de detenerte, me la bajas un poco más y sonríes
este juego me gusta
cuando pones música y me preguntas si escuché el eco de tus nudillos siguiendo un ritmo tonto sobre el respaldo de la cama, hecha de maderas aglutinantes
de selva y escorbuto
¿acaso puedo responder algo coherente, tan constreñida como me encuentro?
¿acaso puedo dejar de pensar en la ausencia de tus dedos y tu tibio escozor, ese que tanto he ambicionado desde la primera página? (…)
(de Polímeros cuir, segundo premio de poesía Franz Tamayo 2020)